viernes, 12 de abril de 2013

No es solo un corte de cabello

Tengo la costumbre de cambiar de corte de cabello al menos una vez al año. Me gusta sentir que estoy renovada con solo unos tijeretazos y una sugerencia de quien sea que haya elegido como estilista (porque nunca soy constante). Hace años acostumbraba llevar el cabello corto, nunca llegaba a pasar más de 3 centímetros del hombro, cuando me preguntaban porqué, simplemente decía "¿qué no ven que así me veo graciosa?".

Corto, no miento.
Veía mucho anime en ese entonces y quería ser una loli, pero ¿quién puede serlo en un clima tan caluroso como éste? Así que me dejé de mamadas y opté por parecer lo más normal posible, por mi propio bien. Hay una gran diferencia entre un fleco recto y uno mal hecho. Con el primero puedo parecer muñequita, con el segundo, "I'M A FREE BITCH, BABY!"... creo que exageré.

El punto es que, hoy que fui a que me cortaran el cabello, le indiqué a la estilista "por favor solo deshágase de las puntas porque están muy maltratadas" e hizo justamente eso. Cuando llegué a casa y tomé un baño, no sentí nada más que un cosquilleo en la nuca indicándome que había desperdiciado mi dinero. ¿A dónde se había ido mi vana felicidad que me producen los cambios de estilo? ¿qué haré para no sentirme tan mal? Sobre todo en estos momentos de reflexión, que estoy a punto de cumplir 23 años y me doy cuenta de muchas cosas que me hacen sentir que he desperdiciado mi vida (pero esa, es otra historia).

Lo bueno de todo éste asunto, es que ahora sí podré darle mantenimiento preventivo a mi cabello, porque es un proyecto a largo plazo (es que quiero peinarme como travestido sin necesidad de extensiones).

No hay comentarios:

Publicar un comentario